Thursday, January 04, 2007

Raíz y delirio.

Hablar de Antonio Sustaita es hablar de un artista que le hace trampas a la vida. Un hombre que, a un tiempo, se alimenta de lo irreal y lo alimenta. Sustaita nos atraviesa con sueños gracias a una obra llena de poesía.

La obra de Sustaita es la historia de amor a una vida que no tiene marcados sus límites. Una vida mas parecida a la muerte, donde la única responsabilidad comienza en los sueños. Antonio se rebela contra lo convencional; lo racional se pierde en un agujero negro.

En su obra podemos encontrar paraguas para no ser abiertos, zapatos para no moverse, grifos de los que solamente se puede beber música, llaves encadenadas, tiritas que no curan las heridas sino el tiempo, trampas para ratones de ordenador y árboles de los que brotan las mismas hachas que los cortarán.

La intuición de Sustaita para descubrir una nueva realidad en lo imposible es abrumadora. Nos hace plantearnos cómo no fuimos capaces de darnos cuenta de que estaba ahí antes; cómo fuimos tan necios al tratar de mirar sólo con los ojos y no con el resto del cuerpo.

Cualquier objeto rescatado de la basura sirve para crear sus obras y alimentarnos con su espíritu, que es en definitiva lo que realmente las hace bellas.

Sustaita es como el ladrón que roba para luego olvidar su botín: nos roba el alma con la palabra, con la mirada y con sus obras, no para guardarla en un cajón sino para lanzarla y que se pierda, al igual que haría el viento. Arranca nuestras raíces mas profundas y nos invita a delirar.




Carmen Moreno. Madrid, 2006.

Caricia: la longevidad de lo inmediato.

El esqueleto de la caricia es el instante. Sólo en el roce repentino de una y otra piel, la entraña del relámpago dibuja un cuerpo que de otra forma está ausente. Un día, en un instante, una mano como un pájaro tímido ha decidido volar en nuestra piel. Un pez decide, furtivamente, nadar en el líquido de nuestra carne. Vuelo y nado relampagueante. Para que el tacto se sienta como caricia es menester que tenga una duración nimia, que dure nada. El cuerpo también es un mueble: cajones invisibles permiten el tránsito a un interior desconocido. En la caricia la mano busca abrir un cajón. Entonces al cuerpo acariciado y al acariciador les es permitido conocer un interior que resultaba imposible imaginar.

Antonio Sustaita.

Caricia: la longevidad de lo inmediato.
Objeto onírico.
Antonio Sustaita.