Saturday, December 30, 2006

El gran viaje.

El gran viaje.
Objeto onírico.
Antonio Sustaita.

No objetos, sólo presencia de deseos.

Hay en la obra de Sustaita el deseo de alcanzar el objeto verdadero mediante la estrategia de la desnudez. Lo que nos muestra, al final, es que, en su desnudez, el objeto rechaza el sino impuesto por el mundo del hombre. Al final del camino, cuando ha cesado la persecución y uno esperaría encontrar la mismidad del objeto, Sustaita descubre que el objeto ha decidido ser otro. Una suerte de metamorfosis ovidiana está presente en estas piezas. Por eso mismo se trata de objetos imposibles. Hay una exploración de varias paradojas encerradas en este pedazo de mundo que es el objeto: la paradoja de la función, de la existencia, de la misma presentación. El objeto dice su verdad. Se sabe que todo decir es inútil. Sustaita, que es poeta y lo ha comprendido siempre, hace hablar a los objetos ese discurso de ausencia de palabras, pero presencia de deseos. El objeto desea, siempre, ser otra cosa. Es por ello que nos encontramos más ante la presencia de deseos que de objetos. El objeto, en cierta forma, se ha volatilizado, dejando en su lugar su deseo, su sueño.


León Tusco.

Liberación: metáfora y metamorfosis.

En el interior de esta jaula hay un pájaro: sin libertad las alas y los sueños se congelan. Para escapar el ave se convierte en agua, se llueve. Así empieza el vuelo. La jaula es del tamaño del mundo. Llover es volar. Lloviéndose escapa. Para evitar la más mínima sospecha lo hace con lentitud. Goteando el cuerpo se vierte a través de las rejas. Hay diversión en ser diverso, en romper la unidad que es el cuerpo. Se huye sonriendo. En la liberación se halla implícito un cambio de materia, de sustancia, y no sólo de espacio. No basta con destruir la jaula que limita, la jaula que somos; es menester destruir el cuerpo como límite.


Antonio Sustaita.

Liberación: metáfora y metamorfosis.

Liberación: metáfora y metamorfosis.
Objeto onírico.
Antonio Sustaita.

La edad del instante.

Al principio el Instante no es más que un punto, una mera insignificancia, algo insospechado. Pero su crecimiento destruirá la órbita del tiempo. Pronto se descubre que el Instante es un cosmos: todo en él es interior, nada le es ajeno. Allí no existe anterioridad ni posteridad. El movimiento es un ser nonato, sin miembros ni sueños. Todo devenir resulta incomprensible, impensable. La gramática es de un solo tiempo. El flujo, agua fluyendo del grifo del tiempo, nos fija. La corriente no consigue arrastrarnos; por el contrario, nos inmoviliza. La huida es una estrategia que, irremediablemente, nos apresa. Dura, con la dureza característica del mineral, metal y piedra, la paradoja no se resuelve. No nos resuelve. Disuelve nuestro deseo de huir, liquidándonos.

Antonio Sustaita.

La edad del instante

Monday, December 18, 2006

Escritura herida


Escritura herida.
Objeto onírico.
Antonio Sustaita.

Oxido

Juego amoroso practicado en el espacio común de dos estados diferentes, el sólido y el líquido. Digo sólido y pienso en el hierro, la prisión, la ley. Digo líquido e imagino, inevitablemente, la carne, la sangre, el deseo: ¿El corazón? El agua acaricia el hierro, oxidándolo. Agua caricia: el beso del agua, líquido, liquida la dureza del metal, la certeza, la inflexibilidad. El óxido es una cicatriz que no cicatriza nunca: herida boca abierta. Entonces del metal se ven los labios entreabiertos, la lengua ansiosa, los dientes afilados; seremos capaces, si ponemos atención, de escuchar el grito que se abre como una flor. Primavera del mineral. Grito no de dolor, sino de placer ante la caricia húmeda. En la oxidación el hierro se libera de su significado, de la conceptualización que le parecía propia, del simbolismo, por último, de la utilidad funcional. La prisión desaparece liberando, en primer lugar, a los barrotes.

Antonio Sustaita.

Máquina para escribir

Máquina para escribir.
Objeto onírico.
Antonio Sustaita.

Sunday, December 17, 2006

Materiales de hierro.

Materiales de hierro.
Objeto poético.
Antonio Sustaita.

Huellas de la catástrofe.

Antonio Sustaita rescata trastos, objetos que nosotros arrinconamos. Nos hace sentirnos desalmados: ¿cómo hemos sido capaces de deshacernos de ellos? Ni siquiera estamos a la altura del chamarilero que se los vendió. Él, al menos, supo establecer para ellos un valor: mercancía barata.

Sustaita golpea dos veces nuestra conciencia. Nuestros trastos son sus fósiles. Acudo al diccionario. Fósil: “Aplícase a la sustancia de origen orgánico más o menos petrificada, que por causas naturales se encuentra en las capas terrestres”. La ambigüedad del “más o menos” –poco habitual en documentos tan precisos como los diccionarios- no existe en estos fósiles. Líquido: “Dícese de todo cuerpo cuyas moléculas tienen tan poca cohesión que se adaptan a la forma de la cavidad que las contiene, y tienden siempre a ponerse a nivel; como el agua, el vino, el azogue, etc.”. Indudablemente, la adaptabilidad permite a estos fósiles moverse, encarnarse en nuevas realidades; cambiar de estado. Sustaita adivina, como el paleontólogo, el rastro de lo que han sido. Y les proporciona una nueva vida: liberándolos de los obsoletos significados en los que estaban atrapados; los conjuga y, encadenándolos a otros, los libera. Nos invita a experimentar lo gastado como nuevo.

En vez de usar el arte para tratar de la realidad, Sustaita prefiere, por el contrario, usar la realidad (una realidad gastada, pero de ninguna manera exhausta) para animar el arte.

Un día Sustaita sacó de una vieja mochila lo que a simple vista parecía una cadena marrón. Al verla de cerca, sin embargo, comprobé que se trataba de un objeto prodigioso: una sucesión de eslabones tallados paciente y cuidadosamente en un único tallo de madera. Cuando la recuerdo ahora, mezclada con los otros objetos con que ha ido asociándose –ella y otras como ella- la veo como una especie de condensación de afanes por entrelazar, anclar, sujetar, fijar ... y proporcionar hueco y cobijo a esas cosas que por esencia molecular, habrían terminado por disolverse sin remisión. Me pareció un tesoro.

Quizás por ello las obras de Antonio Sustaita son solemnes; detrás se adivina un hombre preocupado. Sus fósiles, más que hallazgos felices, son síntoma de todo aquello que hemos perdido. Recuerdan a esos murales monocromos que se pintaban en las casas de las ciudades después de las catástrofes.

La obra de Sustaita nos pone de cara ante una catástrofe que preferiríamos ignorar


Dra. Selina Blasco
Facultad de Bellas Artes
Universidad Complutense de Madrid, 2006.

Génesis del viaje


Génesis del viaje.
Objeto poético.
Antonio Sustaita.

Almohada alcantarilla


Almohada alcantarilla.


Soluble en el sueño, el cuerpo femenino toma todas las precauciones. Ante el advenimiento de la noche se aferra al cuerpo vecino como si éste fuese un ancla; con ternura inusitada se amarra en él, se hace nudo. Niega la presencia del mar, de la lluvia, de la sed más mínima, de las lágrimas, de la mirada –pues mirar es también acto líquido. Y niega el sudor, símbolo del otro cuerpo. Temeroso, el cuerpo se aferra a la sombra, al olvido, a veces al dolor. Una vez cerradas puertas y ventanas, una vez cerrados los párpados empieza la inundación. Las gotas vienen de adentro, de un punto que resulta imposible identificar. Goteo lento, pero definitivo, silencioso, voraz. Las manos adquieren la angustia de raíces: en vano intentan aferrarse a la tierra. Como el amor, el mar de soñar consume el cuerpo. Pocos rastros quedan de él: alguna huella, uñas o cabellos.

Antonio Sustaita

Origen de los Fósiles Líquidos

Fósiles Líquidos.


Fósiles líquidos. Ejercicio estético que apunta hacia la reflexión, la crítica, la desterritorialización y la conjunción de algunos objetos y aspectos que han servido de símbolo a la modernidad, como la máquina y el hierro; la dureza y la funcionalidad. En este ejercicio de puesta en duda de los objetos –sus cualidades y funciones, su duración-, el cuerpo humano, un cuerpo desaparecido, juega un elemento central.

Tratamiento estético de objetos antiguos, desgastados, sobrevivientes de un tiempo que apenas araña la memoria. La basura pasa del basurero y el olvido hasta la galería y el recuerdo.

Detrás de Fósiles líquidos hay una búsqueda azarosa y ardua. Mercadillos, basureros, rincones de viejas casas, callejuelas anónimas han servido de escenario para el encuentro erótico entre el artiata y el objeto que pedía auxilio y que nadie más fue capaz de escuchar. El tiempo se encarga de aniquilar las cosas. En estos fósiles es posible apreciar una lucha entre el artista y la corrupción, enfrentamiento en el que Sustaita ha logrado arrebatar al tiempo algunos de los objetos que buscaba destruir.

La reconformación del objeto deviene una resignificación de la materia y el tiempo. Al abrirse para dar cobijo a estos viejos/nuevos objetos la, dimensión espacio-temporal abre un nuevo espacio, el de la imposibilidad, de la improbabilidad, que es donde ocurre la metamorfosis y la metáfora. Por eso puede decirse que hay un renacimiento del mundo en el renacer del objeto. Por ese orificio, esa grieta abierta por el objeto en el entramado de espacio/tiempo, el espectador desaparece para reaparecer del otro lado de sí mismo, donde no sólo el objeto, sino él, está abierto a una nueva existencia.

En esta exposición algunos objetos se acompañan de una interpretación escrita hecha por el mismo artista. El objetivo es abrir la puerta a otro nivel de la percepción y la expresión para el espectador. Sólo una parte pequeña de objetos, de cuatro a ocho, llevan estos textos. Se espera que el visitante complete en su recorrido el resto de los objetos, e inclusive que rehaga los textos que van apareciendo.

Este proyecto fue realizado durante una estancia doctoral en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid (de 2002 a 2006).

Antonio Sustaita.

Saturday, December 16, 2006

Enemigo secreto.
Objeto poético.
Antonio Sustaita.

Bienvenidos

El año se acaba. Fósiles Líquidos inicia.