Saturday, November 17, 2007

Música líquida


La dimensión de lo REAL


Sólo en soledad


Pormenores de la intimidad


Los labios del árbol


Estampado


Vestigio y Origen

FOSILES LIQUIDOS DE ANTONIO SUSTAITA*.

Esta serie que hoy presenta Antonio Sustaita se llama Fósiles líquidos. Se trata de una exposición presidida por un título oximorónico: Fósiles líquidos. Fósil, dice el diccionario, es una sustancia de origen orgánico más o menos petrificada, que por causas naturales se encuentra en las capas terrestres; pero también es la impresión, el vestigio o el molde que denota la existencia de organismos que no son de la época geológica presente. Si un término define con precisión el término fósil es precisamente el sustantivo vestigio. ¿Qué es un vestigio? Es cierto que un vestigio es la huella impresa que testifica el paso de un ser vivo, pero también es la memoria o la huella que propicia el recuerdo de las acciones o hechos de ese ser vivo. Un fósil, pues, es un vestigio que nos remite a lo originario. Lo original como manantial, causa o principio de algo o alguien. Por el contrario, líquido remite a la falta de cohesión de un cuerpo y, a diferencia del organismo, suele ponerse a nivel, como por ejemplo el agua. Así como un objeto fosilizado representa la detención del tiempo siendo él mismo paradójicamente la expresión misma del tiempo detenido, la sustancia líquida expresa el paso del tiempo mismo siendo la expresión cabal de la imposibilidad de recuperar ese tiempo originario.

¿Qué nos dice la propuesta de Antonio Sustaita? ¿Qué nos transmite esta serie de fósiles líquidos? ¿Dónde nos invita a mirar este tiempo finalmente suspendido en virtud de su poética oximorónica? La exposición de Antonio Sustaita resulta de una mirada trágica; nos dice que todo puede volver a pasar aunque ese pasar sea un pasar transformado,; nos dice que a veces tiene esa sensación de que todos los ayeres laten en la tierra como si se resistieran a desaparecer del todo, el enorme cúmulo de lo conocido y desconocido, lo contado y silenciado, lo registrado y lo que nunca se supo o no tuvo testigo o fue ocultado o fue únicamente posible –que no es sino otra manera de ser-; objetos transformados que sin dejar de ser lo que en algún momento fueron se adentran en ese espacio ambiguo de lo que ya no es y sin embargo esa ambigua forma de presencia transformada es lo que más pervive y apenas cambia y nunca concluye, como una ebullición permanente bajo el delgado suelo en que están enterrados o desperdigados los infinitos vestigios de tantos objetos y productos que por aquí estuvieron. El prestigio que se confiere al presente se apoya sobre esa idea que enseguida inculcamos a quienes nos rodean, lo que ya no es, no ha sido; y sin embargo cabría pensar si no sucede más bien lo contrario y si lo que ha sido sigue siendo indefinidamente por eso, como dice Javier Marías, por haber sido, aunque sólo sea por quedar ya incorporado a la suma incesante y frenética de los hechos y las palabras cuya cuenta tampoco se molesta en llevar nadie, y si no es solamente más ascua o fuego para esa ebullición siempre en aumento de los pensamiento pensados y así esparcidos como las infecciones. Que algo haya cesado no parece fuerza ni razón bastante para que se borre del todo, sus efectos aún menos y todavía menos su inercia.

Antonio muestra a través de su mirada que dura todo demasiado o no hay forma de acabar con nada, cada cosa concluida es abono para la siguiente o para otra inesperada y lejana. Pero este ya pasó finalmente no es ni consuelo ni engaño, porque en él, verdaderamente, nada ha pasado de verdad, y así en el territorio que no es de verdad todo sigue pasando y pasando siempre y allí la luz no se apaga, ni se apaga luego, ni quizá nunca se apague.

La finalidad de la vida no es el arte, es la vida misma –o su sustentación superior pero viva también. Me parece que todos los artistas se han entregado enteramente a su obra, pero sabiendo siempre que no vivían para hacer esa obra sino que la hacían, al mismo tiempo, para vivir y porque vivían. De esta constatación nace la propuesta de Antonio Sustaita: lo que ha sido sigue siendo por eso aunque transformado, y aunque esa transformación nos aleje cada vez de su original y, por tanto, del origen del objeto siempre nos remite trágicamente a su principio: se trata de la percepción de la temporalidad antes que del paso del tiempo.



Dr. Juan Antonio Pascual Gay.
Universidad Autónoma de Guanajuato.


(*) Texto leído con motivo de la inauguración de la exposición Fósiles Líquidos, llevada a cabo en el Centro de Difusión Cultural “Raúl Gamboa”, del Instituto Potosino de Bellas Artes (21 de Mayo, 2007).

Fantasma


En la palma de la mano


En el beso el aliento es cadena


El principio del fin