Thursday, January 04, 2007

Caricia: la longevidad de lo inmediato.

El esqueleto de la caricia es el instante. Sólo en el roce repentino de una y otra piel, la entraña del relámpago dibuja un cuerpo que de otra forma está ausente. Un día, en un instante, una mano como un pájaro tímido ha decidido volar en nuestra piel. Un pez decide, furtivamente, nadar en el líquido de nuestra carne. Vuelo y nado relampagueante. Para que el tacto se sienta como caricia es menester que tenga una duración nimia, que dure nada. El cuerpo también es un mueble: cajones invisibles permiten el tránsito a un interior desconocido. En la caricia la mano busca abrir un cajón. Entonces al cuerpo acariciado y al acariciador les es permitido conocer un interior que resultaba imposible imaginar.

Antonio Sustaita.

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